sábado, noviembre 30, 2013

El preservativo femenino, poder y libertad para la mujer

La decisión de practicar sexo seguro es cuestión de mujeres. En la actualidad una mujer no debe depender de la voluntad del hombre para ponerse un preservativo que la proteja del embarazo y de las enfermedades de transmisión sexual (ETS).

Esta semana en la que se celebra el Día Mundial de Lucha contra el Sida (1 de diciembre), que se extiende en muchos lugares como la semana de la concientización contra este tipo de enfermedades de transmisión sexual, es bueno difundir más este tipo de anticoncepción que coloca a las mujeres en un lugar de poder, seguridad y de libertad frente al sexo.


Los argumentos masculinos para no usar un condón, como la falta de sensibilidad que les provoca o las molestias por interrumpir el acto sexual, ya no son motivo de preocupación o, en ocasiones, de discusión. Las mujeres tienen la iniciativa de protegerse usando el preservativo femenino.

El preservativo femenino es un método anticonceptivo de barrera tan eficaz como el preservativo masculino para evitar embarazos no deseados y las ETS. Aunque está disponible en el mercado desde 1993, sigue siendo difícil que las farmacias lo incluyan y lo publiciten.

Preservativo femenino
Consiste en una funda de nitrilo, lubricada pero sin espermicida (apta para alérgicos al látex), de unos 17 centímetros de profundidad, una apertura flexible de unos siete centímetros y dos aros que facilitan su introducción en la vagina y su extracción segura, evitando su desplazamiento. Cubre incluso los labios mayores de la mujer, lo cual ayuda a prevenir las enfermedades de transmisión sexual como el HPV o el herpes simple. Aunque, justamente por su tamaño, suele escucharse entre los usuarios la queja de que resulta algo más antiestético que el profiláctico masculino, se trata de prevención y de cuidar la vida.

El preservativo femenino puede colocarse hasta ocho horas antes del acto sexual; es decir que no hay que esperar hasta el momento de la erección del hombre, ni interrumpir los juegos preliminares, ni ajusta el pene del hombre. Y hasta hay quien asegura que el roce del anillo externo con el clítoris aumenta la excitación. Además, se adhiere a la pared vaginal, adquiriendo su temperatura en pocos instantes. Si se necesita lubricación extra, se aplica por dentro y nunca debe combinarse su uso con un condón masculino porque el riesgo de rotura es mayor.


En España se venden unas 3.000 unidades al mes (o sea que su uso representa menos del 1% de las ventas del masculino), pero la cifra se ha mantenido estable desde principios de los años 2000 y lentamente va en aumento. Para que esto siga así es fundamental la intervención de organizaciones de salud pública que encaren campañas de promoción y concientización. Es algo más caro que el condón masculino pero sus usuarias son fieles y conscientes de sus beneficios.

En los últimos tiempos ha vuelto a hablarse con fuerza a favor de un dispositivo que deja en manos de la mujer su propia protección a la salud. Y el preservativo femenino cumple con esta premisa. Es una reivindicación de los derechos de la mujer.